A lo largo del mes de noviembre he tenido la oportunidad de asistir a varias actividades relacionadas con la Infancia, como habréis podido ver si me seguía en facebook o twiter. Los días 6, 7 y 8 asistí al taller de Observación y Juego impartido por Ute Strub. El día 21 de noviembre a las ponencias «Autoridad y Límites» impartida por Carlos González y «Rabietas» impartida por Laura Perales Bermejo como parte de las III Jornadas de Crianza organizadas por el Ayuntamiento de Rivas. Para poner la guinda al pastel hubiera sido genial asistir a las charla impartida x Susana Simón y demás actividades organizadas por Lillipeq esa misma tarde, pero a todo no se puede llegar. Me quedó con las ganas con la siguiente.

El punto en común de estas 3 actividades ha sido el respeto por la Infancia. El entender a los bebés y niños y sus necesidades es un primer paso para respectar y disfrutar de esta preciosa etapa. Opino que, más a menudo de lo que nos gustaría, escuchamos más las vocds de lo que deberíamos o no deberiamos hacer, en lugar de escuchar a nuestro propio instinto y de todo aquello de lo que deberíamos disfrutar. Y es que mi conclusión cuando pienso en lo que estas actividades me han aportado, es que ciertas premisas sobre crianza parecen más válidas cuando nos las dice un experto que cuando nos las dice nuestro sentido común o propio instinto.

En el taller de Observación y Juego tuvimos la oportunidad de observar el juego no dirigido de varios niños (entre los que se encontraba mi hijo mayor, de 2 años y medio de edad). Ute Strub parte de la base de dejar al niño sus tiempos para explorar, de no dirigir ni condicionar al niño en su juego y de ofrecerle materiales y recursos cotidianos (más que juguetes industriales). En su mimo y su esmero hacia el juego del niño, Ute había preparado la sala antes de que llegasen los niños con mesas y sillas bajas, arena y multitud de objetos de lo más variopinto cuando pensamos en el juego del niño. Entre estos objetos había cucharas de madera y metal, molinillos de café,cembufos, peines de madera, recipientes, y un largo etc (como puedes ver en la foto).
Me encantó la forma en que Ute dirigió la atención de los niños hacia el interior la de la sala (un lugar desconocido para ellos y en el que 30 personas esperaban para observarles). En lugar de invitarles a entrar, ella pasó en un primer lugar, haciendo pompas de jabón y caminando despacio an dirección a la zona de juego. Una vez los niños vieron este espacio tan sugerente para ellos, se respetó la forma en que cada uno necesitaba relacionarse con el material y con sus padres, que permanecieron con ellos en todo momento. El manejo de los (pocos) conflictos que aparecieron fueron también manejados de manera respetuosa. Cuando el tiempo destinado para el juego terminó, se pidió a los padres y madres de forma anticipada que lo fueran comunicando a sus hijos y de nuevo Ute captó su atención de forma mágica: esta vez lanzando al aire hojas y pétalos que tenía preparados en una cestita, consiguiendo un efecto precioso.
Captó de nuevo la atención de los peques hacia la puerta, q corrieron a jugar con las hojas, y a continuación agradeció su ayuda y se despidió de ellos sin prisa.